Periodista y fotógrafo

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Encabronados





No son tiempos para estar tranquilito en casa, aunque a la mayoría no se nos ocurra otra cosa que hacer. Gran parte del descontento que deberíamos expresar vivamente se ha traslado aquí, a internet, a las redes sociales, a los blogs... y yo, que tan partidario soy de expresarme en estos cauces, la verdad es que siento que protestar sólo ahí tiene algo de estafa. Al fin y al cabo si las protestas se circunscriben a eso, a internet, muchos titiriteros se andarán frotando las manos. Bienvenidos al Guantánamo independiente de tu casa.



De vez en cuando se escucha en la calle algún grito aislado, alguna refriega, pero la cosa normalmente no da para mucho. Hay que volver a casa después de maldecir mirando al suelo y ocuparse del Facebook, o del tamagochi, o de la cosa que sea que nos mantiene ocupados.



Mientras en las calles la calma apenas la rompe nadie, excepto algún bendito estudiante que protesta porque le ponen las cosas difíciles para ser funcionario, internet bulle. De hecho, son malos tiempos para casi todos, pero no para las suministradoras de conexiones a la red, que ven como todo el mundo quiere una conexión para meterse en burbuja.info y vociferar sobre el precio de su piso o sobre el timo en el que ha picado el vecino de al lado. Tan mal anda la cosa que hasta me alegré el otro día cuando el tio ese feo de la foto le lanzaba unos gritos a Zapatero, por lo menos no lo hacía desde un foro de internet.



El año pasado, sí ese 2007 tan lejano en el que no era posible una crisis y en el que muchos andaban vendiendo y comprando terrenos como chiflados, la bronca se montaba cada dos por tres por la ETA. Nada que no apestase a terrorismo, nacionalismo, o a algún otro infame ismo importaba por aquel entonces. Todos dábamos por seguro el pisazo y el cochazo. Ahora hasta para los fachas es de mal gusto mentar a los chicos de las bombas. Total, que vamos camino de volver al cochecito y al pisito.



Al final nos pareceremos los albaneses del año 1997, cuando se lanzaron todos a la calle rabiosos al darse cuenta de que habían picado en el anzuelo de una estafa piramidal que acabó hasta con el gobierno. La diferencia entre ellos y nosotros es que nosotros tenemos internet y comida hasta explotar.



Pero esto no puede durar. Puede parecernos infinito el tiempo que seremos capaces de vivir simplemente encabronados encerrando nuestros gritos en las cañerías de internet. Pero algún día, seguro que no tan lejano, la mecha prenderá y volverá a haber rebeldes. Rebeldes de verdad, no de esos que se dicen joseantonianos, ni de los que van con traje de raya diplomática y se dicen anarquistas a la vez que liberales y no se que gilipoyeces más. No, esos no, esos son los encabronados, que pueden votar a las izquierdas o a las derechas, pero que en realidad son del partido de la nevera.



Volverán los rebeldes que lo que de verdad quieren es tirarle un zapato al perro de Bush, pero también cambiar un poco el mundo para mejor. Que de eso se trata.




Película recomendada: La ola

P.D. He creado una nueva categoría. La he llamado 'incendios'. No creo que sea muy necesario explicar que clase de artículos puede englobar.
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Otro periodismo

Reportaje sobre soitu en cámara abierta 2.0

Lázaro Carreter decía que el adjetivo histórico había perdido su sentido desde que había partidos de fútbol históricos todos los fines de semana. De igual forma la palabra revolución ha perdido bastante su sentido por el abuso que de ella se ha hecho. Cada día la publicidad comercial y la propaganda política nos brindan tres o cuatro nuevas revoluciones. En lo que respecta a internet la palabra ha quedado casi inutilizada. Internet es revolucionario, pero mucho menos de lo que se dice.

En el momento en el que la información se antepuso a los tres pilares clásicos de la economía (tierra, trabajo y capital) ya no había más remedio: internet tenía que nacer. En ese sentido puede decirse que internet es revolucionario, pues nace de una redefinición de la estructura mundial económica. Los que controlan la información controlan el mundo, porque en sus manos tienen la herramienta para gestionar los tres factores productivos clásicos de la economía. De hecho, la teoría vigente sobre los factores de producción económicos ha incorporado el capital inmaterial como factor determinante, lo que ha dado lugar a la llamada economía del conocimiento.

Paradójicamente, este cambio ha provocado que el cuarto poder haya visto trastocada su estructura en el momento en el que internet ha aterrizado masivamente. Cada vez son más frecuentes los análisis que delatan cómo los canales de información clásicos, y los medios que operan en ellos, están perdiendo fuerza frente a medios completamente digitales. Esto no es un mero problema tecnológico. No se trata simplemente de que los grandes medios de comunicación transmitan sus informaciones escritas o audiovisuales vía internet. La revolución viene dada por un factor de escala.

Los medios de comunicación de masas han perdido con internet el monopolio de la difusión de la información. En el momento en el que la estructura comunicativa de la red ha comenzado amoldarse a plataformas tecnológicas que permiten de una vez por todas la comunicación punto-masa (blogs, redes sociales, tecnología rss...) el periodismo ciudadano se ha convertido en una realidad. Evidentemente, los medios de comunicación de masas siguen teniendo en su poder la capacidad de emitir informaciones que, por sus costes económicos y por la capacidad de los medios clásicos de acceder a las jerarquías del poder, no están al alcance del ciudadano. Sin embargo, el periodista digital tiene en su mano la posibilidad de ser independiente, y eso es revolucionario.
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Ramón Peco. Con la tecnología de Blogger.

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