Periodista y fotógrafo

La última carta que puede jugar el capitalismo: El derrotismo

Si hay algo que me llama la atención de esta crisis mundial es que son muchos los que protestan sobre esta gran estafa y pocos los que van más allá del mero lamento. El sistema ha resultado ser suicida, a la vista está, pero muchos de los que han pronosticado este hecho durante años ahora piensan que todo el edificio, una vez más, se salvará. Este pesimismo me resulta insoportable. Si el sistema se salva será gracias a la pasividad de los que deberían tomar la iniciativa. La izquierda, al menos en Europa, es a día de hoy sólo un grupo de argumentos para posicionarse en las tertulias.

Esta crisis que amenaza con convertirse en una profunda depresión puede, nadie lo sabe, terminar con el propio sistema capitalista, al menos hasta convertirlo en algo irreconocible, pero si eso sucede no será porque la izquierda actual haga nada, pues se encuentra cruzada de brazos, desconcertada ante la llegada del momento en el que tocaba tomar la iniciativa. Ya no vale el absurdo discurso de una superioridad moral que, a la hora de la práctica, está resultando ser papel mojado. Esta crisis quizá termine con el sistema que la ha provocado, pero a día de hoy la gran víctima no es el propio sistema, la gran víctima es la izquierda, que no está haciendo nada por tomar las riendas.

¿Hay alguien vivo ahí afuera? Esperemos que sí y que no sean los fascistas, quizá ellos no permanezcan de brazos cruzados.

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La vida extraterrestre en el subsuelo de la Tierra


Una comunidad de la bacteria Candidatus Desulforudis audaxviator se ha descubierto a 2,8 kilómetros de la superficie, en grietas llenas de líquido en la mina de oro Mponeng de Sudáfrica. Su casa, a 60ºC de temperatura, está completamente aislada del resto del mundo, y carente de luz y oxígeno.

Dylan Chivian del Lawrence Berkeley National Laboratory, en California, estudió los genes hallados en las muestras del fluido para identificar los organismos que vivían en él, esperando encontrar una mezcla de especies. En lugar de eso, encontró que el 99,9% del ADN pertenecía a una sola bacteria, una nueva especie. El ADN restante era contaminación de la mina y el laboratorio.

“El hecho de que la comunidad contenga una sola pone patas arriba uno de los principios básicos de la ecología” dice Carl Pilcher, director del Instituto de Astrobiología de la NASA, que no estaba relacionado con el análisis de ADN de Chivian. Un equipo de un instituto dirigido por científicos de la universidad de Indiana y la universidad de Princeton realizaron el descubrimiento inicial de que había microbios que vivían en esta fisura en particular hace dos años.

El biólogo evolucionista E. O. Wilson dice que el descubrimiento es tan importante que en algún momento comenzará a mencionarlo en sus charlas sobre biodiversidad.

El bicho solitario
Una comunidad de una especie muy particular es casi desconocida en el mundo de los microbios. Esto significa que la única especie del ecosistema debe extraer todo lo que necesita de un entorno, por lo demás, muerto.

“Todas los otros ecosistemas conocidos en la Tierra que no utilizan la luz solar directamente, utilizan algún producto de la fotosíntesis”, dice Pilcher.

Las comunidades de los conductos de las profundidades del mar, por ejemplo, están demasiado abajo como para poder usar directamente la luz del sol, pero usan el oxígeno disuelto en el agua del mar, y ese oxígeno es producido por el plancton fotosintético de la superficie.

El análisis de Chivian muestra que D. audaxviator toma su energía del decaimiento radiactivo del uranio de las rocas circundantes. Tiene genes que le permiten extraer el carbono del dióxido de carbono disuelto, y otros genes para fijar nitrógeno, que procede de las rocas cercanas. Tanto el carbono como el nitrógeno son bloques esenciales para que exista vida tal y como la conocemos, y se usan para construir los constituyentes de las proteínas, los aminoácidos. D. audaxviator tiene genes para producir todos los aminoácidos que necesita.

D. audaxviator también puede protegerse a sí mismo de los peligros ambientales mediante la formación de endosporas, duras corazas que protegen al ADN y el ARN de la desecación, de sustancias tóxicas y de la carencia de nutrientes. Tiene un flagelo que le permite desplazarse.

¿Origen antiguo?
“Una pregunta que se ha planteado al considerar la capacidad de otros planetas para albergar vida es si los organismos podrían existir independientes, sin acceso ni siquiera al Sol”, dice Chivian. “La respuesta es que sí, y aquí está la prueba. Es emocionante filosóficamente saber que todo lo necesario para la vida lo puede contener un solo genoma”.

Chris McKay, del Ames Research Center de la NASA, dice que D. audaxviator es un descubrimiento impresionante, y representa el tipo de organismo que podría sobrevivir bajo la superficie de Marte o de Encélado, la sexta luna más grande de Saturno.

Algunos de los genes de la bacteria parecen heredarse de una especie relacionada. Otras se han encontrado en arqueas, un grupo de organismos evolutivamente distintos a las bacterias. Chivian dice que D. audaxviator podría haber evolucionado a medida que descendía por las grietas de las rocas, y adquirió genes de arqueas por transferencia horizontal de genes, a partir de poblaciones con las que se cruzó durante su viaje a las profundidades.

“No puede soportar el oxígeno”, dice. Esto sugiere que no se ha expuesto a oxígeno puro durante mucho tiempo. El agua en la que vive D. audaxviator no ha visto la luz del día en más de 3 millones de años, y esto podría ser una pista de lo antigua que es la especie.

De hecho, la especie tomó su nombre de su largo viaje hacia el centro de la Tierra. En la novela de Verne con ese nombre, el motivo del viaje del ficticio profesor Lindenbrock es el mensaje en latín: "descende, Audax viator, et terrestre centrum attinges"; significa “desciende, audaz viajero, y alcanza el centro de la Tierra”.

Autora de la traducción: Claudia Rodríguez Ruiz

Vía: astroseti.org
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